viernes, 29 de marzo de 2013

La doctora















La doctora

Conocí a Fanny a través de internet, en un sitio amateur.

En la época que comenzamos el contacto, ella gustaba de subir fotografías y provocar comentarios calientes. Le fascinaba provocar a sus admiradores para que le enviaran fotocorridas y tener alguna que otra sesión de chat para masturbarse.

A primera impresión, me gustó mucho su cuerpo voluptuoso y sensual. El anuncio de Fanny llamó mi atención. Le encontré en un sitio de citas, y todo lo que contaba en él, resultó cierto. Su cuerpo es voluptuoso, con formas bien marcadas, del tipo belleza clásica, de esas que se ven en algunos cuadros de pintores famosos. Me encanta su barriguita, de esas que se insinúan pero que no llegan a colgar. Tiene algunos años menos que yo.

En la época en que iniciamos el contacto, pasaba por un período de frustración sexual muy marcado. Su marido le estaba prestando poca atención, así es que frecuentaba varias webs del tipo red social sexual.

Lo primero que noté es que vivimos en la misma ciudad, así es que después de insistir un poco, pude ponerme en contacto con ella.

Al principio, usábamos el chat de texto y en más de una ocasión nos sorprendió la madrugada mientras conversábamos de varios temas. Al principio, estábamos excitados, claro está y solíamos acordar encontrarnos para masturbarnos como chicos desesperados, pero con el paso del tiempo, la relación con Fanny fue cambiando a un intercambio más intimista y nos empezamos a interesar en la persona más que en los genitales.

Fanny tiene una personalidad agradable. Me gustó la oportunidad de profundizar un poco más en la relación porque tiene una conversación agradable. Intimamos muy bien desde el primer momento, así es que extendimos nuestra amistad virtual a facebook, en donde no sólo nos dejábamos mensajes, sino que también comenzamos a intercambiar fotografías de todo tipo.

Después de algo así de un año o año y medio, no sólo nos conocíamos las caras, sino que prácticamente por facebook conocimos a nuestras familias. Seguíamos teniendo frecuentemente nuestras sesiones de cibersexo, pero para ese entonces la relación ya era más estrecha entre nosotros. Eramos no solamente un par de compinches, sino que en realidad podíamos considerarnos amigos.

Fanny es de profesión médica. Para cuando sucedió lo que estoy contando, yo estaba buscando a un doctor porque necesitaba una consulta. Mi médico de ese entonces se había mudado de ciudad y allí estaba yo, necesitando de algún galeno y estaba buscando referencias. Se me ocurrió preguntarle a Fanny por alguien conocido que pudiera atenderme cuando soltó esta propuesta:

- ¿Qué te parece si te atiendo en mi consulta? ¿Te atreves? Disparó de repente.

El corazón comenzó a latir acelerado al pensar que era la excusa perfecta para conocerle personalmente. Con una mezcla de sorpresa y alegría, le contesté de inmediato:

-¡Vale! Claro que me gustaría ... pero no quisiera que fuera una molestia para ti.
- ¡ Claro que no, niño ! Ya es hora que nos conozcamos.

Me pareció estupendo. Fanny me dio el número de su consulta para que llamara a su asistente y después de un breve intercambio quedamos en que pediría turno para un jueves, a eso de las 20 horas. A través de Skype me sonrió con sus bellos labios rosados y explicó que ese era el último turno. Sería más cómodo para los dos porque no estaríamos presionados por otro paciente y podríamos hablar tranquilos en ese primer encuentro.

Nuestra conversación derivó por otros temas que ahora no recuerdo con precisión y así quedó todo aquel día.

Llamé a la secretaria y obtuve el turno. A medida que se fue acercando el día, una sensación de mariposas en el estómago comenzó a inquietarme cada vez que me acordaba de Fanny. No dejaba de ser excitante el saber que me encontraría con mi amante virtual preferida. Esto  provocó algunos encuentros sexuales imprevistos, lo que terminó de poner contenta a mi esposa, que sin saberlo, terminó aprovechando la situación. A Fanny le pasaba lo mismo, según me contó, pero por mala fortuna, su marido no respondió de la manera adecuada, ya que estaba pasando por un prolongado proceso de impotencia que le estaba afectando desde hacía ya varios años.

El día del turno, llegué casi a la hora. Me recibió la secretaria, que comenzó a llenar mi historia clínica y después de abonar la consulta, me explicó que La doctora estaba con un paciente y me atendería al terminar con ella. Me apoltroné en el sillón de la sala de espera entre excitado y divertido por la nueva situación.

Cuando se retiró la paciente, Fanny me recibió con una gran sonrisa en su consultorio. Después de cerrar la puerta, ya fuera de la vista de su secretaria, se acercó a darme un gran beso de mejilla. Me indicó que me sentara frente a su escritorio y después de acomodarse en su sillón, charlamos animadamente durante algunos minutos.

Con una personalidad pícara y entretenida, Fanny terminó de cautivarme por completo. Nos caímos bien de inmediato y después de un largo intercambio, como una buena médica, comenzó a preguntarme cosas sobre mi salud y el anterior médico tratante al tiempo que llenaba la planilla.

Después de preguntarme concienzudamente, me invitó a recostarme en la camilla para iniciar un examen detallado antes de solicitar los estudios de rigor. Estaba auscultándome el corazón con el estetoscopio cuando sentí que la secretaria tocaba a la puerta del consultorio. Interrumpiendo brevemente el examen, Fanny me guiñó un ojo y abrió la puerta para conversar con la chica.

Alcancé a sentir que la secretaria le preguntaba si podía retirarse. Fanny le dijo que sí, que no había problema y le acompañó hasta la puerta de la consulta para cerrarla con llave. Sentí que la chica se iba y el sonido de la puerta que se cerraba, mezclándose con el ruido de la llave. De inmediato me dí cuenta que estábamos solos, porque en esa consulta sólo atendía mi amiga y la única persona que quedaba aparte de nosotros, acababa de irse. Una mezcla de excitación e intriga me invadió de repente. ¿Cómo debía actuar a partir de ahora? ¿Qué haría?

Tadó algunos minutos en volver y me pregunté qué podría haber pasado. Fanny regresó y cerró la puerta del consultorio, decidí esperar a ver cómo se desarrollaba todo. Mi nueva amiga era más importante para mí que un intento de pasarme de listo. El riesgo de que algo saliera mal era demasiado para arriesgarme a intentar algo con Fanny.

La doctora continuó auscultándome el pecho. Podía sentir las palmas de sus manos apoyadas en mi pecho desnudo. La piel suave y cálida de sus manos se sentía reconfortante. Me hizo sentar para escuchar mi respiración a través del pecho. Luego de varios minutos, me volvió a acostar para revisar mi abdomen.

Abrió el cinturón de mi pantalón y bajó el cierre para evitar que el pantalón le molestara durante el examen. Yo me sentía muy relajado. Mi amiga era amable, simpática y muy bella en todo sentido. Su cara, su cuerpo, sus pechos le hacen una mujer muy atractiva. Sus cabellos rubios y lacios le caen por debajo de los hombros. Cada tanto me daba una pequeña caricia en los brazos o en el pecho como para hacerme saber que no era un paciente más. O al menos eso me parecía a mí.

Sus manos empezaron a explorar mi abdomen y al acercar sus manos a mi bajo vientre, mi excitación comenzó a hacerse notar. Mis brazos estaban al costado de mi cuerpo. Mi brazo derecho reposaba del lado en que Fanny estaba y podía sentir sus caderas rozándolo y presionándolo al cercarse a la camilla. Mientras sus manos tocaban ágilmente mi vientre, mi erección empezó a ser evidente a través del boxer que llevaba. Mi polla cabezona abultaba de modo muy evidente y yo esperaba que eso no le molestara a mi amiga.

- "Parece que has comenzado a sentirte a gusto en a consulta" Bromeó ella mientras comenzaba yo a notar que la exploración había dado paso a caricias en mi vientre.

Me preguntó si el contacto me gustaba, por lo que contesté:

- "Claro que si. Eres una mujer hermosa... atractiva... interesante...¿Cómo no podría gustarme?"

Sus dedos se deslizaron por debajo del elástico del boxer y rozaron la cabeza de mi pene, que estaba duro como roca. Deslizó el boxer hacia abajo y manoseó mi verga, continuando la caricia de su mano derecha hasta legar a los testículos.

Su mano se cerró  sobre mi polla y empezó a masturbarme, presionando fuerte el glande. Se había reclinado y con la boca abierta comenzó a lamerme sin preámbulos la pera y los labios. Abrí mi boca buscando esa lengua cálida y sabrosa para chuparla y llevarla dentro de mi boca.

Mi pene estaba erecto y duro. En un momento detuvo sus besos y me dijo quedamente:

- "Estuve esperando ansiosa por este día... ¿Te gusta cómo te atiendo?"
- "Claro que sí, amor. Tus manos van a terminar por quemarme por completo" Contesté.

Yo estaba maniobrando para quitarme por completo el pantalón y la ropa interior. Fanny se abrió el guardapolvo y pude notar que sólo llevaba ropa interior. Por eso se había demorado después de despedir a su secretaria. Se había quitado el vestido. Llevaba una vedettina negra que deslizó rápidamente hacia abajo de sus piernas liberando su sexo bellamente recortado.

Terminé de quitarme toda la ropa para quedarme desnudo sobre la camilla mientras Fanny se quitaba el guardapolvo y el corpiño.

Estábamos muy excitados. Mi doctora empezó a lamerme el miembro con la lengua, empezando por la cabeza y siguiendo el tronco. Yo agradecí mentalmente la rasurada previa que hice por precaución y que felizmente había sido bien planeada. Me había afeitado cuidadosamente liberando de cabello todo el tronco del pene, los testículos y el periné. Sólo quedaba el pelo bellamente recortado por encima del nacimiento del tronco y en el bajo vientre. Me gusta ser delicado en ese aspecto.

Fanny abrió la boca y se metió mi inmensa cabeza dentro de su boca. Podía sentir la lengua suave que acariciaba el glande y la punta, lamiendo el líquido que ya empezaba a salir de mi verga. Sus labios presionaban el tronco del pene y estimulaban suavemente la polla.
Por lo general disfruto poco del sexo oral. Pocas mujeres saben hacerlo bien. Casi siempre sirve más de estímulo mental que sexual, pero en este caso, yo estaba excitadísimo y agradecí el gesto mentalmente el gesto de mi amante. Tomé su cara con mis manos y jugué un poco haciendo que mi cabezona polla entrara y saliera de su boca varias veces.

Después de varios movimientos de entrada y salida, guié su cabeza sacando mi verga y trayendo su boca a la mía. Pude sentir cómo tomaba aire y le dí un beso profundo con mucha saliva y movimiento de lenguas. Le senté sobre la camilla y me arrodillé frente suyo como si fuera a rezarle alguna plegaria. Abrí sus piernas generosamente y una vaharada de sexo proveniente de su coño llegó hasta mí, golpeándome y provocándome un golpe de erección tremendo. No hay nada como el olor a un coño femenino.

Sumergí mi lengua en su raja, abriendo los labios menores con mi lengua y relamiendo sus jugos calientes y dulces. Por el sabor me di cuenta que la menstruación estaba lejos porque el sabor del coño era dulzón. Antes de la menstruación es ligeramente ácido. Mientras exploraba su vagina con la lengua, un chorro de flujo inundó mi boca y lo tragué satisfecho. Cuando estaba tragando el flujo dulce, un pequeño tapón de mucus salió de su vagina. Lo atrapé con mis labios y lo tragué con placer extremo. Me encanta tragar el fluido de mis hembras. Sé que puede sonar asqueroso en otro momento, pero cuando hago el amor es uno de mis grandes placeres el tragar los fluidos.

Lo cierto es que continué estimulándola hasta que terminó por acabar con un estremecimiento feroz. Presionó con todas sus fuerzas mi boca contra su sexo. Cuando terminó de contraer espasmódicamente su cuerpo, le recosté en la camilla y abrí sus piernas para penetrarle ferozmente. Un gemido fuerte mezcla de placer y dolor llegó hasta mis oídos cuando empujé la cabeza de mi polla hasta el nacimiento del tronco. Pude sentir cómo el glande se topó con el cuello del útero. Sus manos estrujaron la piel de mi espalda y sentí sus dientes morderme el hombro.

Le embestí brutalmente varias veces haciendo lugar entre los cuerpos para estimular con los dedos de mi mano derecha el clítoris. Mi pareja pareció disfrutar salvajemente del bombeo al que sometí su coño mientras jugueteaba con su clítoris. Gritaba como una marrana mientras sus gritos se mezclaban con mis gemidos de placer salvaje.

Cuando noté que ya me costaba aguantarme le pregunté si ya podía acabar. Fanny respondió que sí y en un par de movimientos sentí como una explosión que liberó la presión que sentía  en mis huevos. Liberé una cantidad enorme de esperma que terminó dentro de su caliente coño. Tuve cuatro o cinco espasmos de placer que Fanny correspondió llevando mi verga bien al fondo de su vagina.

Después de terminar, me quedé unos minutos abrazado a su cuerpo suave y cálido mientras sus manos recorrían mi espalda como buscando el detalle de mis músculos. Podía sentir aún algunas contracciones vaginales que suavemente acariciaban mi el glande y el trono. Mi erección duró varios minutos más. Juro que nunca antes experimenté una fornicación como esa. Cuando noté que el tamaño volvía a la normalidad retiré la verga de su interior. Las manos de Fanny buscaron mi rostro para darme un largo y cálido beso de lengua.

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